En busca de perspectiva

Ante los cambios y la incertidumbre que estamos viviendo es frecuente que nos sintamos embotados y hasta hastiados, empezamos a darle vuelta a un montón de cosas en la cabeza sin llegar a definir o apreciar gran cosa, y en ocasiones terminamos más confundidos y con más apatía que cuando comenzamos.

Tratando de lograr un poco de perspectiva, hay un ejemplo que suelo utilizar como referencia ante situaciones adversas y abrumadoras. Es el del hombre en tiempos de las cavernas, cuando el hombre literalmente se jugaba la vida para conseguir alimento y las condiciones de vida eran precarias al extremo.

Este ejemplo cobró aún más relevancia para mí hace unos meses, cuando circuló en las noticias que un grupo de narcotraficantes había mantenido secuestrados en una caverna a un grupo de campesinos, para obligarlos a cultivar “hierba” mediante trabajo forzado. Al ser entrevistados luego de su rescate, los campesinos narraron los horrores que vivieron; los estaban matando de hambre y de sed, ya que la cueva se encontraba en un lugar muy agreste y remoto en donde no tenían posibilidades de hacerse de alimentos ni agua, y sus captores pasaban muchos días sin proveérselos; adicionalmente vivían expuestos a las inclemencias del clima, dormían en el piso y apenas tenían ropa para cubrirse, que con el paso del tiempo se había ido deteriorando; además, tenían tantos meses sin asearse que no toleraban su propio olor. Aunado a esto vivían con el temor constante de que sino lograban las cuotas de producción que les exigían, los golpeaban y amenazaban con matarlos. 

No es mi intención echarles a perder el día contándoles esto, sino como mencioné, lograr un poco de perspectiva; haciendo a un lado el tema de la violencia que padecieron los campesinos, ya que por su relevancia requiere de un espacio de reflexión en sí mismo; considero que mientras para los hombres de los tiempos de las cavernas era “normal” vivir en esas condiciones porque no conocían otras, para los campesinos fue más difícil adaptarse a esta situación, pues estaban acostumbrados a condiciones de vida distintas.

Me parece importante reflexionar que en ocasiones estamos tan acostumbrados a las comodidades que disfrutamos, que las damos por hecho, y que cuando nos falta alguna de ellas incluso llegamos a sentir que se nos echó a perder el día, como cuando se acaba el agua, o cuando se va la luz o el internet. Son muchas las comodidades con las que contamos incluso en estos tiempos de cuarentena, y considero relevante que nos tomemos un tiempo para apreciar lo que tenemos. Además, es imperativo que contribuyamos para mantener esas cosas que son importantes para nosotros, ya que no somos individuos autosustentables. En muchos de los casos apenas aportamos para generar una fracción de lo que disfrutamos, por ejemplo, quienes vivimos en las ciudades poco o nada tenemos que ver con los procesos de producción en el campo; y si no apoyamos a los agricultores durante la cuarentena, podemos tener una disminución de cosechas y escases de alimentos en los próximos meses. Aquí quisiera agregar que como sociedad es indispensable que contribuyamos para que todos los individuos disfrutemos de estos beneficios equitativamente y que ese también es un tema que requiere su propio espacio de reflexión.

De no funcionar como una sociedad organizada, no tendríamos luz eléctrica, ni agua potable en nuestros hogares; así como alimentos, ropa, medicamentos e innumerables comodidades que podemos adquirir incluso sin salir de casa, haciendo uso de las telecomunicaciones y los medios de transporte de los que también disfrutamos; situación que hace unas décadas hubiera sido muy distinta.

¿Qué tanto tenemos que valorar a pesar de la cuarentena? ¿Qué pasaría si dejáramos de funcionar como una sociedad organizada? ¿Cuáles serían las pérdidas que más resentiríamos? ¿Qué es lo que más valoramos? ¿Cómo estamos contribuyendo y aportando a la sociedad?

Les agradeceré si me hacen llegar sus reflexiones.